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Filosofía para ser creativos, Plastilinarte

  • Foto del escritor: Barbara Flores
    Barbara Flores
  • 4 mar 2017
  • 4 Min. de lectura

Les presento Plastilinarte, un proyecto nacido en Venezuela que, más allá de educar, se trata de un universo paralelo. Tuve la fortuna de verlo gestarse cuando Antonio Villarroel, Licenciado en Filosofía y artista plástico aficionado, trabajaba minuciosamente con plastilina en aquellas capturas que guardaba en su mente sobre Caracas. Más adelante, su pasatiempo se fue desarrollando hasta convertirse en una organización educativa que actualmente se encuentra en Chile.


       En Plastilinarte se entra a una dimensión dominada por la creatividad. Muchos asocian la actividad creativa con la niñez porque se trata de un espacio en el que, tal y como lo manejamos cuando somos niños, la barrera idiomática no existe al comunicarnos; la procedencia no es cuestionada, así como tampoco se toma en cuenta ningún otro prejuicio. Más bien, caer en ello se trata de un error fatal que perjudicaría el proceso creativo, como cualquiera que haya experimentado estar en un brainstorming puede dar fe. Al contrario, todo suma, precisamente porque de su fusión podría nacer una nueva idea.

La creatividad, por tanto, es un músculo que debe comenzar a entrenarse desde pequeños, y ese es, precisamente, el objetivo de esta organización educativa.

 

¿Cómo fue que relacionaste la filosofía con la creatividad?

       Pienso que ambas están estrechamente ligadas. Si entendemos la creatividad como búsqueda de lo nuevo, debe comenzar por un cuestionamiento de fondo. La filosofía, por su parte, debe ser creativa en su manera de plantear preguntas y cuestionamientos. Para mí, unirlas fue un proceso natural. Siempre tuve inclinación por la plástica, y cuando comencé a desarrollarla con niños, quise usarla como vehículo para trabajar aspectos de fondo.

Trabajar con ellos me ayudó a redimensionar el arte y la propia filosofía. Busqué maneras de hacer que pensaran y se hicieran preguntas desde el trabajo plástico; que reflexionaran sobre sus propias maneras de hacer y entender las cosas, sobre su forma de relacionarse con otros y hasta de conocerse a sí mismos. El trabajo plástico tiene un componente de autoconocimiento muy importante, nos ayuda a descubrirnos. Para que los niños lo aprovechen mejor deben aprender a observar, a cuestionarse, a preguntar y preguntarse. Estos elementos construyen un puente que une arte y filosofía. Lo que buscamos con el trabajo de Plastilinarte es que los niños descubran ese puente y lo transiten libremente.



Plastilinarte ya cuenta con más de 7 años y ha traspasado sus fronteras ¿Cuántos y cuáles han sido los países a los que ha llegado?, ¿te has encontrado con algún choque cultural que haya dificultado su aceptación?


Al contrario. Hemos tenido actividades en Venezuela, Chile, Alemania y República Checa. También hemos recibido correos, visitas web y comentarios en redes sociales de países como Colombia, Ecuador, España, Estados Unidos y hasta Rusia. La aceptación siempre ha sido muy positiva. Nosotros trabajamos con un lenguaje universal, que es el arte, y con los niños, un público que, a pesar de las diferencias culturales, es muy similar en cada país.

Cuando estuvimos en República Checa, por ejemplo, dictamos un par de talleres sin mediadores ni traductores. A partir de mímicas y juegos logramos que un grupo de niños dibujara un gran mandala colectivo. Logramos el objetivo: nos comunicamos desde el arte a pesar de las barreras del lenguaje verbal.

 

¿Piensas que las Redes Sociales han ayudado al proyecto? ¿Las consideras una herramienta educativa?

       Totalmente. Plastilinarte, en un inicio, se dio a conocer en Venezuela por redes sociales. Ahora, en Chile, son un aliado importante para difundir nuestro trabajo. En rigor, creo que de muchas cosas podemos hacer una herramienta educativa; el asunto no está en el "qué", sino en el "cómo". La tecnología y los videojuegos, por ejemplo, a menudo son etiquetados como enemigos del aprendizaje y de la escuela. Pienso que es un mal enfoque. El juego es un aliado invaluable para el aprendizaje, en especial con niños. Evidentemente, no todos los videojuegos pueden ser educativos, pero sí podemos llegar a educar con algunos. Mucho más peligroso para la educación es no renovarse y mantener formas arcaicas.

Las redes sociales se asemejan a un encuentro con amigos o a jugar en un recreo con otros niños y, sí, pueden usarse para educar. El aprendizaje tiene un componente social importante, y eso lo propician las redes. Si hablamos específicamente de las redes sociales digitales (que no son lo mismo), tienen su lugar y su momento. No se trata de alejar a los niños de ellas, sino de enseñarles cómo usarlas; pero hacerlo en el momento indicado. En sí mismas, no son buenas ni malas, depende del uso que les demos; y para darles un buen uso debe haber antes una educación al respecto. Intentar ignorarlas sólo puede hacer que los niños las descubran solos y sin guía, y eso va a ser peor. Podemos aprovechar muchas herramientas e información valiosa que nos dan, siempre con mucho cuidado, vigilancia y criterio a la hora de que los niños las utilicen.

 

Plastilinarte – Organización educativa nacida en Venezuela en el 2009. Dictan talleres con una metodología propia, diseñada por un equipo interdisciplinario, para estimular la creatividad, la cooperación y la no violencia. Utilizan juegos cooperativos, artes plásticas y literatura infantil para dar talleres de formación a docentes y en general talleres para niños de 2 a 102 años. Sus actividades han llegado a museos, centros culturales, colegios, comunidades y zonas de riesgo.


En 2010 recibieron un premio de la organización CECODAP por promover los derechos de los niños. Desde ese año participaron en la International Children Exhibition de la República Checa, donde los niños que participaron recibieron once premiaciones. En 2011, junto a otras 10 organizaciones sociales, firmaron un acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD, para llevar a cabo programas de pacificación. En 2017 iniciaron actividades en Chile, donde el Latin American Social Innovation Network y la Universidad Técnica Federico Santamaría de Chile les otorgaron una premiación por innovación social.

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